Su esposa, Kurumi, ha dado a luz y vive una vida feliz como madre de un hijo. Sin embargo, mi marido y yo no hemos tenido relaciones sexuales desde que dimos a luz y no me queda más remedio que consolarme con la masturbación. Un día, mientras limpia, vislumbra al joven de al lado, Kuniaki, masturbándose. Una polla mejor que la de su marido no le da asco, sino que enciende el deseo que se ha ido acumulando en su interior.