Durante las vacaciones de verano volví a mi ciudad natal. La persona que me saludó fue mi cuñada Kana... Estaba pegada a su sonrisa madura y a la línea de las bragas claramente visible de su vestido largo. Esa noche, cuando miré por la puerta corrediza del dormitorio de Kana y sus amigas, vi a Kana con el rostro sonrojado arreglando su ropa desaliñada. Me cautivó su apariencia lasciva y al día siguiente fui testigo de cómo Kana consolaba su cuerpo.