Suzu, que se cree un niño y pasa sus días vestida de hombre, insiste en que es un hombre en una clínica quiropráctica deportiva que visita e intenta recibir tratamiento. Sin embargo, Suzu gradualmente comienza a sentir placer por el placer que le brindan las manos de una malvada masajista. Le acariciaron sus enormes pechos y le masajearon todo el cuerpo, y antes de que se diera cuenta, quedó intoxicada por el clímax de ser mujer.