Mi jefe, Abe, me arrinconó y culpó de mis fracasos a sus subordinados... Desde ese día, no pude hacerle frente y terminé viniendo a trabajar todos los días como oficinista de chupetes... Debido al acoso sexual de mi irrazonable jefe, seguí haciendo felaciones todos los días como si fuera mi trabajo, y antes de darme cuenta... me volví adicto a la dureza, longitud y forma de la polla y la sentí con mis labios.