Cuando llamé a un servicio de salud de entrega a mi casa, vino mi colega Tsukada, que suele ser un oficinista tranquilo y silencioso. Cuando la vi confundida y rogando por un cambio, tuve una idea. A partir de hoy, haré de esta mujer mi mascota pervertida... Aprovechando su debilidad, chupa sus enormes pechos, inimaginables por su apariencia, prolonga el tiempo y la fecunda dentro de la vagina con sexo crudo. La expresión en el rostro sollozando de Tsukada soy yo.